Óscar Fulgencio Fernández Moraleda

Óscar Fulgencio Fernández Moraleda (Madrid, 17 de junio de 1971) llegó al Leganés en la temporada 1994/95, la segunda del club pepinero en Segunda División. De la mano de Luis Ángel Duque, el joven zaguero de tan sólo veintitrés años no tardaría en convertirse en un fijo en las alineaciones del técnico blanquiazul, casi siempre como lateral derecho. Junto con los Aguilera, Tocho, Dorado, Chuso, Alfredo o Miguel Ángel, comenzarían a conformar un equipo que, en lo deportivo, descendería ese año a Segunda División 'B', pero mantuvo la categoría finalmente por motivos administrativos.
Sin embargo, desde esa temporada Óscar se mantendría prácticamente inamovible en su carril. Así, durante las nueve campañas que vistió la camiseta del Leganés jugó más de treinta partidos de Liga, a excepción de la 1996/97, cuando una lesión cortó su trayectoria. Se puede afirmar que casi toda la primera etapa del Leganés en Segunda División tuvo a Óscar como protagonista, ya que sólo faltaría en las fotos de la primera y la última campaña del club en la categoría de plata.
Óscar viviría momentos históricos del Leganés, como la inauguración del Estadio Municipal Butarque el 14 de febrero de 1998, en el duelo frente al Xerez. Siempre regular y comprometido, no le era extraña una posición más avanzada en el campo, por delante del lateral, donde también rendía a la perfección. Llegó a disputar 297 partidos oficiales con la camiseta del Leganés entre Liga y Copa del Rey, marcando siete goles. Quizá el más especial sea el que anotó en el Vicente Calderón el 2 de febrero de 2002, cuando el Lega ganaba por 0-2 y Óscar lograba el 0-1 enmudeciendo a la grada rojiblanca.
El partido en Terrassa en el que el Leganés descendía a Segunda División 'B' (aunque se salvaría posteriormente del descenso por vía administrativa) sería el último que Óscar disputaría con la camiseta blanquiazul. El mismo entrenador que le trajo al Leganés, Luis Ángel Duque, se lo llevaría a la Cultural Leonesa en la que sería su última aventura profesional en Segunda B. Sin embargo, su corazón permanecerá para siempre teñido de blanco y azul. Años después, fue entrenador del fútbol base del club, y estuvo presente, como un aficionado más, en el ascenso a Segunda División en L'Hospitalet en 2014 junto a su hijo. Sin duda, toda una leyenda con 300 partidos como pepinero a sus espaldas.